lunes, 10 de enero de 2011

Devocional para niños sobre los NIÑOS PEDIGUEÑOS, serie PROVERBIOS



Como desparasitamos a BONGO?
Bongo es nuestra mascota. Es un perro de raza Basset, comúnmente llamado: Batata. Tiene 45 días. Es chiquito, orejón, de ojos tristes y cuerpo largo.
Ayer lo llevamos al veterinario para que lo pesen, lo midan y le den su primera vacuna. Le compramos un alimento especial y además, el doctor nos dio una pastilla para desparasitarlo.
-‘Desparasi…qué???’,  pregunté, sin poder terminar la palabra.
-‘Desparasitarlo’. Respondió el médico veterinario. Y agregó:
- ‘Los cachorros tienen unos organismos vivos que viven dentro de cuerpo y se aprovechan de todos los nutrientes que el animalito tiene. Los absorbe y vive cómodamente del cachorro dejándolo sin vitaminas, ni sustancias importantes para un buen crecimiento. Los parásitos le sacan a Bongo todo lo necesario para crecer saludablemente. Además, puede resultar perjudicial para salud de la familia, pues estos parásitos, que son casi invisibles, continúan vivitos y coleando cuando son despedidos por Bongo en la materia fecal, y si uno toca con la mano y luego no se las lava, puede que sin querer invite a los parásitos a vivir dentro de su propio organismo. Y los parásitos aprovechan! Les encanta vivir y pedir los nutrientes de los demás, sean perros, gatos o personas. Ellos piden y piden!’’
Cuando el veterinario dijo esa última frase: ‘piden y piden’, yo salté del lugar del que estaba y dije:
-‘Como Lucía!, en casa mamá y papá dicen que ella pide y pide todo el tiempo’
Mi mamá me miró con ojos punzantes, y ahí me di cuenta de la metida de pata que había cometido. Menos mal que mi hermanita es tan pequeña que no entendió la comparación que yo acababa de hacer, pero parece que el veterinario si entendió y aprovechó para aclarar:
‘Es verdad, algunos seres humanos a veces nos comportamos como parásitos porque solo sabemos pedir y pedir a los demás para nuestros antojos y caprichos sin pensar si necesitamos esas cosas que estamos pidiendo y sin meditar en si nuestros padres, o abuelos están en condiciones de comprar y gastar ese dinero.’
Mamá, Lucía, Bongo y yo nos quedamos en silencio pensando por unos momentos, hasta que de repente pregunté:
-‘Y existirá alguna pastilla desparasitante para Lucía?’
Todos empezaron a reír a carcajadas. Menos Lucía que no comprendía por qué la mirábamos y reíamos al mismo tiempo.
Mamá intervino y respondió mi pregunta:
‘La mejor pastilla para dejar de pedir es empezar a dar para los que verdaderamente necesitan. Es comenzar a mirar las necesidades que tiene nuestro prójimo y buscar maneras de suplirlas’
‘Asi es’, contestó el veterinario, y antes de despedirnos nos recetó la pastilla desparasitante de Bongo.
Cuando mamá tomó la pastilla, Lucía gritó:
-‘Quiero una! Dame!’
Todos volvimos a reír, pero yo me quedé pensando en el camino de regreso a casa, que también necesito desparasitarme espiritualmente de mis caprichos que me hacen creer que necesito que mamá, papá o los abuelos, me compren cosas que no necesito cada vez que salimos a pasear.
Al fin de cuentas, no era Bongo el único que necesita desparasitarse! Yo también!
En el capítulo 30 de proverbios, el autor menciona cosas que a Dios le desagradan: los que ofenden a sus padres, los que se olvidan de Dios, los desobedientes, y entre algunas otras menciona a los pedigüeños cuando dice:
La sanguijuela tiene dos hijas que sólo dicen: "Dame, dame." 
Recuerden el consejo para desparasitarse espiritualmente de este hábito de pedir sin pensar: empiecen a pensar en las necesidades de los demás.
De qué manera?                               
Te doy una idea: prepara una caja con elementos de perfumería (cepillo de dientes, pasta, desodorante, peine, jabón, shampoo, máquina de afeitar descartable, etc.) o alimentos, o juguetes. Tenla preparada detrás de la puerta o dentro del auto de tu papá. Empieza a mirar a la gente y descubre a los necesitados que habitan en las calles de tu ciudad. Ora y pide la dirección de Dios para entregar esa caja a quién verdaderamente lo necesite. Cuando elijas a quién entregar la caja, ve con uno de tus padres y ofrécela en el nombre de Dios.
Cuando lo hagas, te sentirás completamente desparasitado!

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