No barras abajo de la alfombra!
“La mamá de Lea esperaba visitas y le gustaba que su casa luzca impecable, asique le pidió un poco de ayuda. Le asignó hacer las camas, y barrer el comedor.
Lea tenía 3 hermanos, por lo que tuvo que hacer sus tres camas, más la propia y la de sus padres. Estaba realmente cansada para cuando terminó de armarlas, y aún la esperaba la escoba.
Entonces tuvo una idea: la de barrer todo el comedor y esconder debajo de la alfombra todo el polvillo barrido. Así terminaría mucho más rápido que si juntara la basura con una pala y la tuviera que transportar al cesto de residuos en la otra punta de la casa. Nadie lo notaría.
Al caer la noche llegaron los invitados: un matrimonio con una bebe de ocho meses aproximadamente. Entraron muy felices alagando la casa, el orden y la decoración. LA mamá de Lea se sentía satisfecha y contó cuánto Lea la había ayudado en los quehaceres.
De pronto algo extraño sucedió. La niña comenzó a estornudar una y otra vez. Cuando todos pensaban que había terminado lo hacía nuevamente. La mamá de Lea le alcanzó un poquito de agua en un vasito para bebes y su mamá comenzó a explicar que el motivo de sus estornudos era la alfombra. La beba era alérgica a las fibras de las alfombras.
Enseguida, la mamá de Lea propuso quitarla del comedor, pues se podía enrollar fácilmente y asunto terminado. Pueden imaginarse la cara de lea a medida que su madre enrollaba la alfombra y quedaba expuesto a los ojos de toda la basura escondida unas horas antes por la misma Lea!
Lea se puso color bordó, y su madre enrojeció de furia pues comprendió perfectamente lo que había pasado sin necesidad de preguntar quien había escondido la basura. Para no poner en ridículo a Lea no hizo ningún comentario, solo fue a buscar la escoba, la pala y barrió el polvillo acumulado.
Lea aprendió la lección con lo sucedido y la beba dejó de estornudar” (Por Natalia Managó)
Hace poco oí que hubo un conflicto entre dos niños: un varón y una niña, que no pudieron ponerse de acuerdo. Estaban en la hora de computación y la niña creyó que su compañero le usurpó el turno de la jugada al apretar unos botones de más y luego comenzar a jugar.
-Jugaste dos veces! Le reprochó la niña.
-No! Gritó el niño, cambié de juego y eso me llevó mucho tiempo.
-Eres un mentiroso! Y además un irrespetuoso! Este es mi turno y me lo estás robando!.
El niño no soportó las palabras injustas de la compañera y optó por tirarle bien fuerte de la trenza, lo que terminó en llantos, retos y malas notas.
Ambos solo veían el problema desde su punto de vista y ninguno podía ponerse en el lugar del otro. Cada uno fue a su casa sin poder resolver la situación. El niño, le contó a su madre las razones y entendió qué parte era de todo el problema había sido responsabilidad de él, la de haberle gritado y tironeado del cabello.
-Entonces qué harás? Le preguntó con expectativas su mamá.
-Nada ma! Mañana estará todo olvidado.
El niño de esta historia está haciendo como Lea con la basura: escondiendo el problema.
Conflictos escondidos no es lo mismo que conflictos resueltos. Al igual que la basura debajo de la alfombra, tarde o temprano saldrán a la luz.
Ante un problema, desacuerdo, tirantez o mal entendido con una persona, lo mejor es enfrentar el conflicto, y conversar tratando de ponernos un poco en el lugar del otro para entender por qué piensa así o por qué obró de esa manera.
Ese es el primer paso, y el segundo es tener humildad y pedir perdón por la parte que nos toca del problema. Seguramente una partecita de todo el lio en el que nos hemos visto envuelto fue provocada por nosotros. Una vez que identificaste el error de tu parte debes pedir perdón y tu también perdonar.
En ese entonces podemos decir que el conflicto se resolvió.
LA Biblia dice en Efesios 4:26:
“Enójense, pero no pequen. No se ponga el sol sobre nuestro enojo” queriendo enseñar que no permitamos que se haga de noche, que haya culminado el día y nos encuentre enojados. Resolvamos cuanto antes los desacuerdos con nuestros amigos y dormiremos tranquilos y con paz.
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